Módulo agroecológico La Loma1

Implementación de un módulo agroecológico en Misión La Loma

La vida de varias familias indígenas ​de esta comunidad, miembro del Consejo de Organizaciones Wichí Zona Bermejo (COW), de Embarcación, se proyecta con un nuevo horizonte.

​Misión La Loma, junto con otras 11​comunidades indígenas del departamento San Martín, de la provincia de Salta, están participando del proyecto “Fortalecimiento a las Comunidades Wichí y Acceso al Agua en el Chaco Salteño”, ​llevado adelante por Talentos Asociación Civil, financiado por Misión Central Franciscana y el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania. Y que cuenta, con la asistencia técnica de FUNDAPAZ.

La iniciativa, que incluye capacitaciones para el potenciamiento del liderazgo indígena, el acceso a derechos, mejoras en la calidad de vida y producción, está en su segundo año de desarrollo. Hoy, ya se pueden visualizar los primeros resultados en la comunidad Misión La Loma.

Allí se está implementando un módulo agroecológico de producción que incluye la construcción de una cisterna para cosechar agua de lluvia de 52.000 litros, un techo colector y el cerramiento de un predio de una hectárea y media, para la plantación de árboles frutales, cítricos, paltas y mangos.

“Estamos buscando tener una fuente de trabajo genuina para las familias. Tuvimos capacitaciones sobre todo lo referido a la producción de nuestra tierra y hoy con la tecnología que hay podemos aprovechar bien el agua, usando por ejemplo el riego por goteo. Antes no conocíamos esa posibilidad”, cuenta Ismael Chávez dirigente guaraní de la comunidad, y agrega que además de los cítricos, van a hacer una huerta y también plantar paltas y mangos no sólo para consumo sino también para poder hacer ventas. “Nuestros ancestros trabajaban la tierra, luego se dejó de hacer porque la tierra se cansa. Ahora la tierra descansó mucho y vamos a volver a cultivar con abonos agroecológicos. Ya tenemos la cisterna y el techo para tener agua para consumo, nos falta hacer el pozo profundo para tener más agua porque sin agua no se puede hacer nada”, dijo.

Plantaciones La Loma Embarcacion (1)

Sebastián Araoz, técnico de FUNDAPAZ explica acerca del asesoramiento técnico: “Nosotros cada vez que planteamos la formación de un módulo agroecológico lo primero que hacemos es reunirnos con las familias y con el grupo interesado para ver la orientación que ellos tienen en cuanto a producción. En dicha comunidad el planteo que hicieron fue producir frutas y hortalizas, sin animales. Siempre se va armando la idea de trabajo y el acompañamiento técnico en función de la demanda de las familias”.

En Misión La Loma viven alrededor de 170 familias que pertenecen a tres pueblos indígenas wichi, toba y guaraní. Son cerca de 2000 personas. De las cuales algunas mujeres, jóvenes y dirigentes, vienen participando de diferentes talleres de formación integral.

Al referirse a los talleres de capacitación Ismael destacó que “Fueron muy buenos por la calidad de las personas que dieron las charlas, por los materiales y las experiencias que tuvimos. Vimos el derecho que tiene nuestro pueblo al agua, a la salud y a la tierra como derecho humano. En especial nos interesa que los jóvenes conozcan todo esto porque ellos son los protagonistas del futuro”, aseguró.

Santiago Daki, mapa

El programa DAKI Semiárido Vivo frente a una nueva etapa

Con la realización del Encuentro de Saberes de DAKI Semiárido Vivo, a fines de agosto finalizó la primera etapa del Programa de Formación en Agricultura Resiliente al Clima, dando comienzo a una nueva etapa llamada “Territorio”, en donde los y las participantes pondrán en práctica los conocimientos aprendidos en sus comunidades y en las zonas donde viven.

 

DAKI – Semiárido Vivo es un proyecto que busca contribuir a la lucha contra el cambio climático en tres regiones semiáridas de América Latina: el Corredor Seco Centroamericano (CSC), el Gran Chaco Americano (GCA) y el Semiárido Brasileño (SAB).  Se trata de una iniciativa apoyada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y llevada a cabo por dos redes de organizaciones de la sociedad civil que operan en estas regiones:  la Articulação Semiárido Brasileiro (ASA) y Plataforma Semiáridos de América Latina.

Julia Rosas, coordinadora pedagógica de este proyecto, contó que el programa tuvo 1.669 inscriptos/as, lo que representó un desafío grande al tener un público diverso de distintas regiones y con diferentes perfiles, pero esto al mismo permitió realizar un intercambio valioso de información entre los/as participantes. “El reto de tener conectividad fue un punto muy fuerte. La gente tuvo que poder acceder a Internet, a la plataforma on line, y al conocimiento digital”, destacó.

Agricultoras y agricultores, pueblos indígenas, juventudes, técnicas y técnicos, son los principales protagonistas de esta iniciativa. La primera con esta dimensión y este formato dirigida a las poblaciones de los Semiáridos de América latina.

En la primera etapa, el Programa desarrolló cuatro módulos donde los principales ejes temáticos de trabajo fueron: el cambio climático y los semiáridos de la región; la gestión sostenible del agua y de los suelos; y  el acceso a la tierra y las políticas públicas. Para que pudiera llegar a cada zona se diseñó un esquema de centros de conectividad donde los participantes recibieron los contenidos en clases virtuales, y tuvieron acceso a todo el material didáctico y recursos multimedia que se fueron generando. Todo el proceso de formación virtual estuvo montado en el Programa de Capacitación a Distancia (PROCADIS) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que se involucró en todo su desarrollo.

Dina González, es miembro la Organización Campesina El Ocultar, del paraje del mismo nombre ubicado en  Rivadavia Banda Sur, Salta. Al referirse al curso dijo: “mi experiencia fue hermosa.  En esta zona tenemos problemas para poder tener agua, pero con los encuentros, las clases y lo que pudimos aprender de cada grupo, nos motivamos para empezar a armar pequeñas huertas en macetas con los chicos de la organización. Las clases nos dieron ganas de hacer cosas”.

Roberta Valencia, de la organización “Mi tierra, Mis Raíces”, ubicada en Rosario, Santa Fe, agregó: “Nosotros producimos verdura agroecológica y los intercambios que tuvimos en el curso con organizaciones y grupos de otras provincias y de otros países como Brasil y El Salvador, nos sirvieron para ver e intercambiar ideas. Pudimos ver cómo hacen para acceder al agua.  Todo eso fue un aprendizaje. También tuvimos que aprender a entrar a la plataforma y  hacer las tareas. Además este programa nos alentó para unirnos más como comunidad y charlar sobre las problemáticas que tenemos. Nos ayudó a darnos un tiempo para poder conversar y ver realmente nuestro territorio”.

Tener en cuenta el territorio es fundamental cuando se piensa en desarrollo local, asegura César José Darío Llanos de la localidad El Barrial, departamento San Martín, Santiago del Estero. Para él -estudiante de la Tecnicatura en Economía Social y Desarrollo Local-“El Daki fue una experiencia muy linda que me ayudó a aprender sobre el monte nativo, y saber lo que tenemos que hacer para cuidarlo”.

“En mi comunidad – agregó- queremos seguir con la fase territorio. Queremos armar un proyecto que por un lado promueva que las familias valoren su propia cultura, las tradiciones de los territorios;  y por otro lado, ver qué podemos hacer para tener acceso al agua, porque la falta de agua es algo que sufrimos mucho acá.”

Para Gabriel Seghezzo, coordinador de la iniciativa “significó un orgullo representar a este equipo que trabajó muchísimo. Hay que felicitar a estudiantes, tutores, técnicos y a todo el equipo. Esta fase que termina debe ser recuperada en la cantidad de materiales que se construyeron como videos, sistematizaciones de casos, mapas… Volver sobre los mapas, ya que el mapa permite ordenar el territorio, planificar y pensar hacia adelante y tener mucha más fuerza en los procesos de incidencia política. Hay 800 mapas en la plataforma de PROCADIS que son de un valor impresionante. “Este proceso de aprendizaje es un proceso único en los Semiáridos de América Latina, deja mucho para seguir viendo y aprendiendo”, enfatizó.

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