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Prácticas para conservar el agua y la biodiversidad

En zonas semiáridas, con marcadas épocas de sequía, restaurar los ecosistemas con actividades productivas sustentables es esencial para cuidar el medio ambiente y que las familias productoras se adapten al cambio climático. Como parte de esta búsqueda, junto a The Nature Conservancy (TNC) y organizaciones locales estamos llevando adelante el proyecto Acceso y gestión del agua para consumo y producción biodiversa, implementado en dos predios de familias productoras ubicados en el Salado Norte (Santiago del Estero) y los Bajos Submeridionales (Santa Fe).

En el marco de esta iniciativa, compartimos una jornada de difusión de la intervención técnica para el manejo del agua superficial y producción biodiversa que se está realizando en el predio de la familia Palavecino, integrante de la Asociación Civil de Pequeños Productores del Noroeste de Copo, ubicado en el paraje Pozo del Medio (localidad de Ahí Veremos, Santiago del Estero).

El encuentro, en el que se recorrió el predio y se compartieron los resultados alcanzados, contó con la participación de representantes de organizaciones campesinas e indígenas, del Parque Nacional Copo, del municipio de Monte Quemado, de la parroquia de San José del Boquerón, de escuelas secundarias, entre otros, muestra del interés colectivo por preservar el territorio.

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Álvaro Ludueña, referente territorial de FUNDAPAZ en Santiago del Estero, destacó la alta convocatoria del evento, haciendo hincapié en la importancia de que todos los actores implicados se involucren, especialmente las organizaciones locales: “Para nosotros es muy importante que las instituciones y los productores conozcan el valor que tiene esta experiencia. Apostamos al fortalecimiento de las organizaciones en el territorio y a la toma de decisiones en conjunto”.

El proyecto promueve la restauración forrajera en convivencia con el ecosistema, combinando la actividad forestal, mediante la conservación y el manejo del bosque; la actividad ganadera, mediante la cría de ganado; y la actividad agrícola, mediante la implantación de pasturas nativas y exóticas.

Gustavo Marino, representante de TNC, resaltó las distintas prácticas que se probaron durante dos años de trabajo en el predio: “Estuvimos ensayando el agregado de agua; la retención del agua mediante bordos o ‘medialunas’ para que el agua infiltre y pueda potenciar la vegetación herbácea de la flora nativa y de algunas forrajeras que introdujimos; el control del pastoreo de los animales; etc. Después de dos años podemos decir que logramos cubrir el suelo y crear un plantel de especies forrajeras muy interesantes. Es una práctica que podemos profundizar, escalar y llevar a otras regiones, así que estamos muy contentos por eso y celebramos esta tarea conjunta”.

 

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En el encuentro estuvo presente Isabel Escobedo, productora de Santa Fe, en cuyo campo, ubicado en Fortín Charrúa, estamos desarrollando una experiencia similar junto con la Unión de Familias Organizadas de la Cuña Boscosa y los Bajos Submeridionales (UOCB), el Movimiento Provincial de Pequeños Productores de Santa Fe (MoPProFe) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Reconquista.

“Me gustó el encuentro porque compartí experiencias, conté la mía y me llevo nuevas para implementar en lo que yo estoy haciendo”, comentó Isabel. “Ahora voy a implementar un poco de pastura por la sequía que tenemos, después de ver lo que hoy nos estuvieron mostrando acá, sobre cómo hicieron ellos para generar alimentos para sus animales”.

Luego de esta enriquecedora jornada, y tras observar los resultados positivos alcanzados, los próximos pasos serán escalar la experiencia y replicarla en otras zonas, buscando potenciar las actividades de las familias productoras. En este sentido, Juan Palavecino, miembro de la familia dueña de la parcela en el Salado Norte, destacó: “Al productor que se anime a replicar este proyecto en su campo se lo recomiendo, más en las zonas donde se depende del abastecimiento del agua de las lluvias. Es muy positivo”.

jovenes uocb

Experiencias que alientan la formación integral de los jóvenes del mundo rural

Las juventudes rurales son el futuro y la esperanza de un desarrollo sostenible en los lugares que habitan. La posibilidad de tener proyectos de vida que alienten el arraigo les permite tener un mayor protagonismo social.

Durante cuatro años más de 50 jóvenes de la UOCB, una organización del norte de Santa Fe, participaron en un programa de capacitación en liderazgo y emprendimiento con el fin de potenciar sus capacidades y promover el recambio generacional en la dirigencia de las organizaciones.

Nacidos en diferentes comunidades del departamento Vera y San Javier, fueron los protagonistas de esta iniciativa que contó con el apoyo de la Fundación Interamericana (IAF), y el acompañamiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el ex Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena (INAFCI) y FUNDAPAZ, entre otras instituciones.

Hoy, al reflexionar sobre esa experiencia Gabriela Varela, coordinadora del proyecto, consideró que “para la organización fue importante. Se abordó el tema del liderazgo y puso en tensión las miradas para repensar la identidad de los jóvenes. En las capacitaciones no sólo se trataban temas relacionados con el acceso a la tierra, a los bienes naturales o a la agroecología; sino también el relacionamiento con los otros y la posibilidad de pensar el liderazgo de manera integral”.

Por su parte, María luz Godoy, integrante de la Comisión Directiva de la UOCB, señaló que “fue una experiencia muy buena. Se abrieron diferentes espacios de diálogo con los jóvenes y se pusieron en marcha cerca de 19 emprendimientos. Vamos a continuar trabajando en la Comisión de Jóvenes de la UOCB para proyectar cómo seguir”.

En el paraje Fortín Charrúa Miriam Escobedo desarrolla Pancheto, una propuesta de venta de pan casero, facturas y otros productos de panadería. “Para mí el proyecto fue de gran ayuda, aprendí muchísimo. Fue el sostén de mi casa en los años de pandemia. Presenté una propuesta para tener un apoyo económico para levantar tres paredes, hacer una pieza e incorporar el horno. Con lo que me dieron, más el dinero que yo venía juntando, logré hacerlo y así tener mi lugar para trabajar”, contó.

“Hoy con mi emprendimiento sigo invirtiendo mis ganancias en un nuevo desafío, que es la apicultura. Ya logré comprar 10 cajones y con la venta de miel, logré comprar otros 10 cajones más. Así que estoy más que agradecida a nuestra organización la UOCB, y a FUNDAPAZ. Sin sus gestiones no podríamos lograr nuestros sueños.”


Pastas con sabor a hogar

“Yo empecé a participar de unos encuentros que organizaba la UOCB en Las Gamas, en Vera a fines de 2021- recuerda Juan Manuel Villasboas-, y luego se dio la oportunidad de presentar un proyecto para hacer pastas caseras que se llama Altas Pastas, una propuesta que yo ya venía desarrollando en el marco de los trabajos que hacemos en la Escuela de la Familia Agrícola (EFA) donde nos exigían tener un proyecto al terminar quinto año.  Con el acompañamiento de las promotoras y de Gabriela, y con el aporte económico, pude mejorar los productos y la rentabilidad”.

Al analizar el futuro de los jóvenes que viven en los parajes rurales, destaca que una vez terminada la secundaria hay que irse a una ciudad donde haya otras propuestas educativas con posibilidades para seguir creciendo. “Si bien hoy hay propuestas a las que se puede acceder de manera virtual, en la mayoría de los parajes no hay acceso a la conectividad. Es complicado porque a las familias les cuesta mucho poder sostener económicamente el estudio de los hijos en otro lugar. Yo estoy estudiando el profesorado en Agronomía en Reconquista y extraño un montón estar en mi casa. Cuando termine de estudiar me encantaría quedarme en mi zona”, subrayó.

Facundo Aranda, lleva adelante desde el 2022 un emprendimiento en el que hace artesanías en cuero crudo. “El proyecto para los jóvenes me ayudó mucho a innovar y a tener en cuenta cuestiones de márketing para mi emprendimiento. Fue importante porque yo vivo en el paraje Fortín Charrúa y estudio en una EFA que está a 100 kilómetros y con lo que gano puedo pagar la nafta de la moto para ir a estudiar”, contó.

“Las charlas y los talleres también me hicieron pensar en mi proyecto de vida futuro y en cómo puedo hacer para mejorar día a día”, finalizó Facundo.

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