Santiago Daki, mapa

El programa DAKI Semiárido Vivo frente a una nueva etapa

Con la realización del Encuentro de Saberes de DAKI Semiárido Vivo, a fines de agosto finalizó la primera etapa del Programa de Formación en Agricultura Resiliente al Clima, dando comienzo a una nueva etapa llamada «Territorio», en donde los y las participantes pondrán en práctica los conocimientos aprendidos en sus comunidades y en las zonas donde viven.

 

DAKI – Semiárido Vivo es un proyecto que busca contribuir a la lucha contra el cambio climático en tres regiones semiáridas de América Latina: el Corredor Seco Centroamericano (CSC), el Gran Chaco Americano (GCA) y el Semiárido Brasileño (SAB).  Se trata de una iniciativa apoyada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y llevada a cabo por dos redes de organizaciones de la sociedad civil que operan en estas regiones:  la Articulação Semiárido Brasileiro (ASA) y Plataforma Semiáridos de América Latina.

Julia Rosas, coordinadora pedagógica de este proyecto, contó que el programa tuvo 1.669 inscriptos/as, lo que representó un desafío grande al tener un público diverso de distintas regiones y con diferentes perfiles, pero esto al mismo permitió realizar un intercambio valioso de información entre los/as participantes. “El reto de tener conectividad fue un punto muy fuerte. La gente tuvo que poder acceder a Internet, a la plataforma on line, y al conocimiento digital”, destacó.

Agricultoras y agricultores, pueblos indígenas, juventudes, técnicas y técnicos, son los principales protagonistas de esta iniciativa. La primera con esta dimensión y este formato dirigida a las poblaciones de los Semiáridos de América latina.

En la primera etapa, el Programa desarrolló cuatro módulos donde los principales ejes temáticos de trabajo fueron: el cambio climático y los semiáridos de la región; la gestión sostenible del agua y de los suelos; y  el acceso a la tierra y las políticas públicas. Para que pudiera llegar a cada zona se diseñó un esquema de centros de conectividad donde los participantes recibieron los contenidos en clases virtuales, y tuvieron acceso a todo el material didáctico y recursos multimedia que se fueron generando. Todo el proceso de formación virtual estuvo montado en el Programa de Capacitación a Distancia (PROCADIS) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que se involucró en todo su desarrollo.

Dina González, es miembro la Organización Campesina El Ocultar, del paraje del mismo nombre ubicado en  Rivadavia Banda Sur, Salta. Al referirse al curso dijo: “mi experiencia fue hermosa.  En esta zona tenemos problemas para poder tener agua, pero con los encuentros, las clases y lo que pudimos aprender de cada grupo, nos motivamos para empezar a armar pequeñas huertas en macetas con los chicos de la organización. Las clases nos dieron ganas de hacer cosas”.

Roberta Valencia, de la organización “Mi tierra, Mis Raíces”, ubicada en Rosario, Santa Fe, agregó: “Nosotros producimos verdura agroecológica y los intercambios que tuvimos en el curso con organizaciones y grupos de otras provincias y de otros países como Brasil y El Salvador, nos sirvieron para ver e intercambiar ideas. Pudimos ver cómo hacen para acceder al agua.  Todo eso fue un aprendizaje. También tuvimos que aprender a entrar a la plataforma y  hacer las tareas. Además este programa nos alentó para unirnos más como comunidad y charlar sobre las problemáticas que tenemos. Nos ayudó a darnos un tiempo para poder conversar y ver realmente nuestro territorio”.

Tener en cuenta el territorio es fundamental cuando se piensa en desarrollo local, asegura César José Darío Llanos de la localidad El Barrial, departamento San Martín, Santiago del Estero. Para él -estudiante de la Tecnicatura en Economía Social y Desarrollo Local-“El Daki fue una experiencia muy linda que me ayudó a aprender sobre el monte nativo, y saber lo que tenemos que hacer para cuidarlo”.

“En mi comunidad – agregó- queremos seguir con la fase territorio. Queremos armar un proyecto que por un lado promueva que las familias valoren su propia cultura, las tradiciones de los territorios;  y por otro lado, ver qué podemos hacer para tener acceso al agua, porque la falta de agua es algo que sufrimos mucho acá.”

Para Gabriel Seghezzo, coordinador de la iniciativa “significó un orgullo representar a este equipo que trabajó muchísimo. Hay que felicitar a estudiantes, tutores, técnicos y a todo el equipo. Esta fase que termina debe ser recuperada en la cantidad de materiales que se construyeron como videos, sistematizaciones de casos, mapas… Volver sobre los mapas, ya que el mapa permite ordenar el territorio, planificar y pensar hacia adelante y tener mucha más fuerza en los procesos de incidencia política. Hay 800 mapas en la plataforma de PROCADIS que son de un valor impresionante. “Este proceso de aprendizaje es un proceso único en los Semiáridos de América Latina, deja mucho para seguir viendo y aprendiendo”, enfatizó.

Noly

Pasantía de Saberes por los Semiáridos de América Latina

El tono de voz con el que Noelia Anrique cuenta desde Colombia las vivencias que está teniendo junto a productores agroecológicos de ese país, mientras participa del Programa de Pasantías de Saberes por los Semiáridos de América Latina, deja entrever su alegría por esta oportunidad de aprendizaje.

«Apenas llegué fui a una feria agroecológica que se hizo en la facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Colombia. Estuve en uno de los puestos de unos agricultores vendiendo hortalizas. Ahora estoy en un municipio que se llama Choachí, donde pude conocer y participar de las tareas que realiza un grupo de mujeres que integran la Asociación El Antojo. Ellas producen productos derivados de la leche y hacen dulces que elaboran sin agregados químicos ni conservantes.  Usan las frutas de la quinta que tienen.  Allí, estuve ayudando en la cosecha de mora que se utiliza para hacer los dulces, las mermeladas y los yogures»,- relata entusiasmada al recordar los primeros días de su estadía, y agrega: «También conocí el Centro de Bio Sistemas de UTADEO donde en un invernadero realizan el preparado de la tierra y los plantines que compran los agricultores de Choachí».

«Mañana voy a trabajar con una familia de agricultores. Esta experiencia es maravillosa, estoy súper contenta y agradecida de poder estar participando en esta pasantía donde estoy aprendiendo temas de la producción agroecológica, transformación de productos y comercialización», subrayó.

Feria Colombia

El Programa Pasantías de Saberes por los Semiáridos de América Latina es una iniciativa de gestión del conocimiento para jóvenes rurales, que propone que algunos jóvenes del Chaco Trinacional, el Corredor Seco Centroamericano y el Semiárido brasileño puedan ser recibidos en otro país, para experimentar e intercambiar experiencias, actividades y proyectos exitosos en temas de su interés, para luego replicar lo aprendido en su propio país, territorio y comunidad.

Es impulsado por las organizaciones que integran la Plataforma Semiáridos AL, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) mediante el Programa Semear Internacional; la Coalición Internacional de la Tierra (ILC AL) y el Servicio Mundial de Iglesias (CWS AL).

En este caso, la pasantía de Noelia comenzó el 6 de septiembre y durará hasta el 17 de este mes.  Se está desarrollando en articulación con el Comité de Integración Regional SALSA Bogotá -Cundinamarca, conformada por 15 organizaciones de productores y productoras, ONGs y la academia. Que, a su vez, es miembro de la Red Nacional de la Agricultura Familiar (RENAF) de Colombia.

Liliana Vargas, facilitadora de la iniciativa Regional de la Agricultura Familiar de la ILC AL destacó el valor de esta pasantía: «Estas experiencias son muy beneficiosas para los jóvenes que tienen su proyecto de vida desde el territorio y con una mirada desde la agricultura familiar y comunitaria. Brinda la posibilidad de aprender desde experiencias que son valiosas, por los escenarios de aprendizajes donde se desarrollan y porque los jóvenes se involucran desde el hacer, desde las comunidades mismas. Tienen allí, la oportunidad de ver las dificultades que surgen en los procesos cotidianos en la producción, en la comercialización o en otros momentos, y ven cómo esas dificultades se van solucionando.»

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