telera tejiendo sonriente

Tejiendo la Vida, un proyecto que une a comunidades de Santiago del Estero y Buenos Aires

telera tejiendo sonriente

Distribuidas en los parajes de Majada Sud, Barrial Alto, Pozo Mocitoj, Barrancas y Alazampa, en el departamento San Martín, en Santiago del Estero, viven cerca de 63 artesanas teleras que con el telar tradicional, siguen transmitiendo por medio del hilado, los teñidos y sus tejidos; técnicas y expresiones culturales de raíces ancestrales.

Muchas de ellas, integran las organizaciones Teleras Majada Sud, y Aas  Causani, miembros de la Mesa del Centro de Santiago del Estero (MOCESE) y del ENCONA.

reunión teleras monte

El sol suele apretar con fuerza la vida en el monte santiagueño. Allí, en la zona Centro de la provincia,  nació en 2007 de la mano del grupo Solidaridad del Espíritu Santo, de la parroquia Espíritu Santo de San Isidro, en Buenos Aires, el proyecto Tejiendo la Vida Santiagüeña. Ese grupo acompañó este proyecto hasta fines del 2019; y hoy lo sigue promoviendo Cáritas Espíritu Santo y la parroquia, con el apoyo del párroco Pancho Peña.

productos tejidos

Una propuesta que se inició para dar respuesta a algunas necesidades de la zona promoviendo  la comercialización de los tejidos a un precio justo.  Con el tiempo sus acciones fueron creciendo.

Actualmente además se alienta el liderazgo y las expresiones artísticas de las teleras, y se realizan obras que permiten mejorar la vida de las familias como la construcción de cisternas para facilitar el de acceso al agua, tarea que acompaña FUNDAPAZ  con asistencia técnica;  la instalación de paneles solares para tener luz, o la construcción de refugios para los telares.

FUNDAPAZ trabaja en la zona desde más de 40 años y en el último tiempo una de sus principales líneas de acción es promover el acceso al agua segura para las familias, a través de diferentes proyectos que articula con Ongs, el Estado y otras instituciones. Este es un ejemplo de ello.

telera tejiendo

“En un principio viajábamos tres veces al año y recorríamos los parajes visitando a cerca de 63 teleras. Ahora viajamos menos”, cuenta Adriana Beitia, coordinadora del proyecto Tejiendo la Vida Santiagueña.

“En los viajes compramos los tejidos, que luego vendemos en San Isidro a un precio justo. En julio de 2019 luego de muchas visitas, vimos que las familias tenían otras necesidades que no estaban resueltas. Hicimos una encuesta  para relevar diferentes datos como posibilidades de  acceso al agua, forma de recolección del agua, situación de las viviendas,  y datos de los grupos familiares. Con estos datos nos propusimos ir dando respuesta a los problemas que relevamos”.

construcción cisterna

En noviembre de 2019 y con el acompañamiento de FUNDAPAZ, que trabaja en la zona llevando adelante también otros proyectos, comenzó la construcción de las cisternas en los diferentes parajes.  Este año, ya hay 20 cisternas  en los predios de familias que viven en Majada Sud, Barranca Colorada o Pozo Mocitoj.

techo cisterna

“Hoy están cubiertas las demandas que salieron en nuestro censo. Todo esto es posible gracias a los fondos que obtenemos de donaciones, de campañas que se hacen en la Parroquia y en Cáritas. Es un trabajo continuo que nace de las necesidades que vemos allá y se va dando respuesta de manera comunitaria en Buenos Aires. Se nota un gran avance en las diferentes comunidades”, destaca Adriana.

María de los Angeles telera

María de Los Ángeles Leguizamón vive en Majada Sud vive con sus cuatro hijos, y en una casa al lado vive su madre. Aprendió a tejer a los 13 años y nunca paró. Hoy junto a sus compañeras de la Asociación Civil Teleras Majada Sud, hacen chalecos, bolsos, mantas, caminos de mesas, entre otras cosas.”Por lo general hacemos todas las artesanías, pero trabajamos por pedidos. Lo que más nos piden alfombras gruesas, pie de cama, o caminos”, dice.

Al contar cómo es el acceso al agua en la zona explica: “Acá el tema del agua es complicado. Hasta medimos el agua que podemos tomar. Mi mamá tiene un aljibe al que le llegaba agua de un canal, pero a veces  está seco. Dependemos del camión del Municipio que nos traiga agua y hay que tener suerte, porque se llega a demorar hasta dos meses”.

“Esta ayuda que nos permitió tener la cisterna en mi casa y esto es muy importante para nosotros. Ahora la situación cambió, estamos un poco más tranquilos”, afirma.

Rueda jovenes en el piso

El potencial de los jóvenes rurales como actores del cambio social

La Unión de Familias Organizadas de Pequeños Productores de la Cuña Boscosa y los Bajos Submeridionales de Santa Fe (UOCB) está desarrollando un programa de capacitación en liderazgo y emprendimiento para más de 60 jóvenes de diferentes comunidades del departamento Vera y San Javier de la provincia de Santa Fe, con el fin de potenciar sus capacidades y promover el recambio generacional en la dirigencia de las organizaciones.

El objetivo principal del Programa Fortalecimiento de Liderazgo Juvenil que lleva adelante la UOCB con apoyo de la Fundación Interamericana (IAF, por sus siglas en inglés), y el acompañamiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena de la Nación (SAFCI) y FUNDAPAZ entre otras instituciones, es la formación de líderes comunitarios que vayan fortaleciendo a la organización, a la vez que se va preparando para un recambio generacional.

«Este programa está destinado a los hijos e hijas de los socios de la UOCB de los distintos parajes del departamento Vera, y también se trabaja con otra organización de segundo grado como es el Movimiento Provincial de Pequeños Productores de Santa Fe (MoPProFe). En los talleres planteamos diferentes interrogantes como ¿qué es ser líder hoy?, ¿qué nos está pasando con los afectos?; y la idea de que es necesario ir creciendo en vínculos y que éstos sean sanos. Esto incluye la perspectiva de género; por eso además hay espacios para las mujeres donde se tratan los temas de violencia que van apareciendo, y se debate la importancia de tener relaciones sanas», explica en líneas generales Gabriela Varela, coordinadora del proyecto.

Rueda manos jóvenes uocb

María Luz Godoy, una de las promotoras que junto con Melina Sastre son las encargadas de tener un vínculo más cercano con los jóvenes. Recuerda los primeros pasos del diseño de la propuesta «Desde el principio hicimos con los jóvenes el diagnóstico de inicio. Cuando comenzamos durante la pandemia fue bastante difícil, pero cuando volvimos a la presencialidad fue más sencillo. Si bien hay líneas de trabajo que ya estaban planificadas fueron surgiendo nuevas temáticas. Hay temas que en los pueblos no se ven y no se hablan, como los casos de violencia. Esto no estaba pensado y lo tuvimos que abordar. Por eso es muy importante fortalecer a los jóvenes, para que puedan expresarse más libremente».

Una de sus líneas del programa busca alentar los emprendimientos económicos y productivos que permitan sustentar el arraigo de los jóvenes en el territorio. Lo productivo se aborda desde una mirada ambientalista y agroecológica, donde se destaca la importancia del cuidado de la tierra, del agua y el bosque. Los jóvenes presentaron 28 propuestas productivas, y ya hay 8 emprendimientos en marcha.

Uno de ellos, es el que lleva adelante Rocío Almirón. Rocío tiene 18 años, vive en el paraje de Caraguatay, y cursa el primer año del Profesorado de Geografía en Vera. «Tengo un emprendimiento de gallinas ponedoras que se llama Huevos de granja, Alfa y Omega, y vendo los huevos en Vera. Hay 25 gallinas que más o menos ponen entre 10 a 20 huevos por día. Cuando empecé vendía 10 maples por mes; ahora catorce o más. Con la ayuda del proyecto pude comprar los pollitos y arrancar con el emprendimiento. Esto me ayuda porque con lo que gano puedo pagar mis gastos. Por ejemplo, cuando voy a estudiar si necesito pagar el combustible de la moto, tengo con qué pagarlo», cuenta y dice que tienen pensado quedarse a vivir en su zona. «A pesar de que estamos lejos de la ciudad, me acostumbré a la tranquilidad, a la paz que hay acá. Uno escucha el canto de los pájaros y se vive rodeado de animales».

Al referirse a su participación en el programa destaca los aprendizajes adquiridos. «Aprendí mucho y además en los talleres tuvimos muchos intercambios con jóvenes de otros lugares y eso te hace perder la timidez. Los temas que más me gustaron son los que se referían a salud, a salud sexual. Y en cuanto a los temas productivos, aprender a utilizar los fertilizantes y el cuidado del medio ambiente».

En Fortín Charrúa Miriam Escobedo lidera Pancheto, una propuesta de venta de pan casero, facturas y otros productos de panadería. «Comencé en 2020 ante la falta de trabajo. Yo trabajo como suplente de una cocinera en una escuela de la zona y al suspenderse las clases por la pandemia, me quedé sin trabajo. Entonces como en el pueblo no hay panadería decidí empezar a hacer panes. Mi hermana me dio una sobadora y una mezcladora y así empecé. Un día, vino un amigo de Reconquista que me enseñó a hacer facturas y sumé las facturas», recuerda.

«Como mi casa es chica- agrega- trabajaba en mi cocina. Para cocinar usaba un horno de llantas de camión. En ese momento tenía una gran demanda: hacía 8 kilos de pan, tres veces al día. Entonces presenté un proyecto a la UOCB para mejorar el lugar de trabajo y la comercialización. La idea era levantar una pieza para que allí funcionara la panadería. Me financiaron el proyecto y pude levantar las paredes, comprar estantes, exhibidores y bandejas. Hoy cocino en ese espacio y con un horno que tiene salida a la panadería. Fue muy importante tener mi local fue una gran ayuda. Es mi trabajo principal».

Otro ejemplo de estos emprendimientos es el que desarrolla con Vive, Teje, Ama, María Virginia Suárez en Estación Toba. «A los 8 años aprendí a hacer cadenas de tejido al crochet y me gustó mucho. Luego empecé a mirar videos y fui aprendiendo a hacer más puntos y tejidos y le fui enseñando a mi mamá. Empezamos a tejer juntas, y con el tiempo comenzamos a vender. Hoy hacemos diferentes tejidos como gorras, bufandas, cubrecamas, y amigurumis (animalitos y personajes tejidos) que mostramos a través de las redes sociales», explica y precisa que con el apoyo del programa pudo comprar 30 kilos de lanas, 30 kilos de hilos y todo lo necesario para trabajar.

«Me parece que los jóvenes tienen que aprovechar esta oportunidad que les da la organización con este programa. Hay muchos que tienen ideas para armar un emprendimiento pero les falta apoyo para comenzar», asegura.