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Festejamos cincuenta años de trabajo en el norte del país

El viernes 28 de julio es una fecha que seguramente quedará en los corazones de los que tuvieron y tienen algún vínculo con FUNDAPAZ. Ese día la Fundación festejó en Vera, Santa Fe, los 50 años de compromiso y trabajo sostenido en el norte argentino.

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En un encuentro en el que estuvieron presentes, los equipos de trabajo, miembros del Consejo de Administración, Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús (orden que realizó la donación fundacional), hijos de Silvia y Jorge Pereda, representantes de funcionarios provinciales, y comunales; del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), de organizaciones campesinas de la provincia y ex miembros de FUNDAPAZ , entre otros invitados, se recordó el camino institucional recorrido y sus principales logros.

En los primeros años luego de su nacimiento, 14 de julio de 1973, un ex Consejero, Eduardo Serantes, describía a la institución como “un grupo diverso de maravillosas personas que trabajan juntas, con distintos perfiles, pero comprometidos en dar una oportunidad de desarrollo personal y comunitario a los más marginados de la sociedad argentina”.

En la actualidad en Vera, Sara Gaulan, una de las Hermanas del Sagrado Corazón, decía: “Me siento con mucha emoción porque recuerdo a Esther Sastre quien fue en ese momento la Superiora provincial junto con la hermana Virginia Landívar, ellas pensaban que los bienes tenían que ser para la comunidad y eso fue lo que se reflexionó al hacer la donación.  Hoy nosotras estamos acá, pero también están todas nuestras hermanas de distintas comunidades y de Buenos Aires. Sentimos que tenemos un camino hecho en conjunto con FUNDAPAZ. Siempre lo estamos apoyando y agradeciendo”.

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Al referirse al proceso de trabajo de estos años, Martín Simón, coordinador de la Mesa Programática Nacional, señaló que la institución siempre estuvo al lado de las comunidades indígenas y campesinas y de las organizaciones que estas comunidades fueron conformando escuchándolas. “Fue de este modo que hicimos nuestra experiencia. Recuerdo cuando llegué a la institución en 1990, estaba muy perdido en la oficina mirando proyectos, cartillas, y le pregunté a Silvia Pereda ¿qué tengo que hacer? Ella se sentó y me dijo: agarrá la moto y andá a visitar a los productores, mirá muy bien lo que ellos hacen y si podes mejorar un poquito lo que ellos ya están haciendo, ganaste el partido. Fue la mejor lección de extensión rural de mi vida”, destacó a la vez que agregó “no hacemos un trabajo en soledad. Nos relacionamos con muchos actores y siempre con la misma lógica de escucha”.

El trabajo con poblaciones diferentes como son la indígena y campesina es otro aspecto que caracteriza el abordaje institucional en los territorios. En ese sentido, Gabriel Seghezzo, coordinador estratégico de Gestión y Relaciones Institucionales, contó: “Trabajar de esta manera hace 50 años no era algo bien visto ni siquiera en los grupos territoriales. O se trabaja con indígenas o con campesinos, eran enemigos y tenían que resolver sus conflictos. Cuando en 1982 las Hermanas del Sagrado Corazón, que tenían una oficina en Los Blancos, Salta, llamaron a  FUNDAPAZ  para resolver un problema de tierras, porque en principio el gobierno de la provincia quería resolver los conflictos en tierras fiscales, la fundación va a los Blancos para intentar  resolver ese conflicto y allí nos encontramos con la población indígena y campesina con los mismos problemas en un mismo territorio; entonces  empezamos a pensar metodologías de acuerdos entre grupos rurales para resolver y presentar propuestas superadoras al Estado. Así se genera una metodología que hoy tiene mucha validez que es un mapeo participativo y de resolución de conflictos para generar propuestas al Estado. De esta manera, se logró el primer acuerdo indígena- campesino en 1997 cuando se entregaron 100.000 hectáreas  a indígenas y campesinos en función del acuerdo territorial que habían hecho.”

“Luego este modelo- agregó- se replicó en Santa Victoria Este, donde 643.000 hectáreas fueron entregadas a indígenas y campesinos bajo acuerdo, donde también hay un juicio internacional ante la Corte Internacional de Derechos Humanos. Esta metodología permite generar información en los lugares donde nosotros trabajamos. Los Estados no la tienen, no saben  que ocurre en el Chaco profundo de la Argentina y en el norte. Y si la sociedad civil la pone a disposición del Estado, en un proceso serio de diálogo, se puede avanzar muy concretamente en encontrar soluciones.”

Darle continuidad a la realización de obras de acceso al agua, seguirá siendo uno de los objetivos a cumplir. “Creemos que promover el acceso a agua segura tanto para comunidades indígenas como para criollos en la zona del Chaco Salteño, es una forma de garantizar que tengan una vida digna. Mediante una labor donde participa la misma gente se construyen cisternas, represas y otras obras que brindan agua para consumo y producción.  Por otro lado, en los últimos tiempos tuvimos que dar junto con otras instituciones, acompañamiento y asesoramiento en temas nuevos para nosotros, como son la prevención de la violencia y el consumo de drogas. Seguramente tendremos el desafío de seguir atendiendo estas problemáticas”, comentó Cristina Garros Martínez, presidenta de FUNDAPAZ, al referirse al futuro institucional.

Distintas voces y recuerdos de los presentes se fueron compartiendo a lo largo de la jornada que se tiñó de fiesta y de emoción al reflexionar sobre lo andado y los pasos futuros en el norte argentino.

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La trama de un proyecto que mejora la vida en dos escuelas en Santiago del Estero

Las niñas y niños de Majadas y Barrancas Coloradas en Santiago del Estero, están en el corazón de un proyecto que se lleva adelante para garantizar el acceso al agua, el desarrollo de huertas agroecológicas y la educación ambiental con perspectiva de género, en dos establecimientos educativos: la Escuela N° 413 y la Escuela N° 925 del departamento San Martín.

De la mano de las organizaciones Teleras de Majada Sud, la Asociación Civil Aas Causani, directivos de las escuelas, de FUNDAPAZ y con financiamiento del Programa Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo Para el Medio Ambiente Mundial, en 2001 se inició esta propuesta llamada “Entramadas: mujeres urdiendo la vida con agua, bosques, salud y educación para niñas y niños…” que incluyó la construcción de dos cisternas de 52.000 litros para cosechar agua de lluvia y la instalación de tecnología de riego por goteo para abastecer a las huertas, entre otras actividades.

En el proceso de trabajo de estas obras se convocó a familias y a miembros de la comunidad, quienes establecieron las prioridades de los trabajos y organizaron los roles que asumirían para participar en la construcción. Una vez finalizadas las cisternas, se avanzó en acuerdos y metas para la ejecución de la segunda etapa del proyecto.

“Alrededor de 63 familias participaron en la realización de las cisternas. Ayudaron a hacer los moldes y otras tareas. La gente que no podía venir colaboraba pagando a quienes trabajaban. Hicimos un trabajo comunitario.”, contó Rubén Bravo, Director de la Escuela N° 925 Granaderos San Martín, de Barrancas Coloradas.

“En la escuela-agregó- hay 157 estudiantes. Tenemos desde nivel Inicial hasta noveno año de la Educación General Básica. Acá siempre funcionó la huerta a cargo del profesor Héctor Ibarra. Era grande, sembrábamos anco, maíz y vegetales. Después de la pandemia, nos quedó una huerta pequeña que pensamos mejorar. Todo lo que se cosecha va para el comedor y también se entrega a las familias.

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Un problema que había era la falta de suficiente agua, si bien se hicieron diversas obras a lo largo del tiempo, teníamos que andar bastante para conseguir agua segura, o esperar a que el Comisionado la trajera. Ahora con la cisterna no vamos a tener que andar pidiendo, y se pudo instalar el riego por goteo, que es algo muy novedoso para nosotros”.

Zoila Peralta y Mariela Pérez, miembro de la Asociación Teleras Majada Sud, al inicio de este proyecto hablaban sobre la situación que se vivía en la Escuela N°413 “va a ser muy importante lo que se piensa hacer porque en la escuela no hay agua para comenzar a hacer la huerta y esto va a beneficiar a los chicos y a todas las familias”.

Hoy, las cisternas están terminadas y comienza una nueva etapa para toda la comunidad. Talleres de capacitación sobre educación ambiental y derechos humanos, completarán la propuesta formativa del proyecto.

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