Ste en rueda mujeres

Un encuentro con guardianes de la naturaleza

Stéphanie Metzger es médica especialista en Nutrición, certificada en Salud Pública y Resiliencia, estudió en la Argentina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires; vivió en el país hasta el año 2008. Actualmente vive en Ginebra, Suiza, y trabaja como Coordinadora Social en una comuna ginebrina de 2.500 habitantes. Conoció algunas comunidades wichí de Los blancos, Salta, en 1999 y siempre tuvo el deseo latente de volver a visitarlos.

A comienzos de octubre de este año junto con su compañero François Ledermann estuvieron durante unos días en las comunidades de Kayip, Wayayuk y La Esperanza en Los Blancos, para compartir aspectos de su cultura, interiorizarse de la cosmovisión indígena y observar la relación que existe entre la los hábitos alimentarios actuales, la salud y la relación con el monte. Aquí compartimos parte de sus vivencias.

¿Cuál fue el objetivo de tu visita a la Argentina?

Argentina es un país muy querido y para mi es muy importante visitarla de vez en cuando ya que tengo mi familia y muchos amigos que son muy importantes para mi. También era importante para nosotros poder colaborar con FUNDAPAZ, y poner nuestras competencias y recursos al servicio de las comunidades wichí, en el Chaco Salteño.

¿Cómo fue el contacto con FUNDAPAZ?

Me contacté con Fundapaz, porque había venido a Los Blancos de la mano de la Fundación en 1999. Cuando me fuí aquella vez de los Blancos, después de haber estado 5 semanas con las comunidades wichi, siempre sentí que volvería otra vez. Es como que tenía una asignatura pendiente. Entonces, hace casi dos años volví a tomar contacto con la Fundación desde Ginebra, para poder ofrecerles mis servicios como médica nutricionista, al servicio de las comunidades wichi, y esta vez acompañada de mi pareja, François Ledermann, quien es fotógrafo y estudioso de las humanidades del mundo.

Fué así que a la distancia, preparamos nuestra visita con el equipo de FUNDAPAZ y se resolvió que durante nuestro recorrido, yo haría un diagnóstico nutricional en tres comunidades, para poder relevar datos de cuales son las costumbres alimentarias de las comunidades, y François Ledermann haría un reporte fotográfico de las comunidades.

¿Qué fué lo que te motivó para volver a visitar las comunidades wichí de Los Blancos en Salta?

Siempre me sentí atraída por los pueblos originarios y toda su sabiduría. Como cultura occidental tenemos mucho que aprender de ellos. Y sobre todo, ayudarlos y acompañarlos para que no pierdan su cultura y todas sus costumbres.

Ste con hombres Los blancos

¿ Cómo fueron recibidos en las comunidades?

Pudimos visitar varias comunidades, pero en las que realizamos el relevamiento de hábitos alimentarios fueron en Kayip, Wayayuk y La Esperanza.

Fuimos recibidos con mucha generosidad y mucha apertura. El trabajo del equipo territorial de la Fundación fue clave ya que ellos nos acompañaron y nos presentaron ante cada comunidad para explicarles nuestro trabajo y los motivos de nuestra visita. También François Ledermann fué muy cuidadoso con el tema de las fotografías ya que siempre les pidió su autorización, explicando que es una manera de dar testimonio sobre las diferentes humanidades en el mundo.

Para nosotros era muy importante que quedara claro que todos los datos relevados durante nuestra visita, así como las fotografías, serán plasmadas en un informe que será enviado a FUNDAPAZ y a las comunidades visitadas.

La idea justamente es que gracias a este trabajo de estudio, se puedan identificar cuales son los ajustes necesarios a realizar en cuanto a los hábitos alimentarios. Por otra parte, también estuvimos indagando sobre cuál es la relación que las comunidades tienen con el monte como reserva de alimentos, y también cuales son sus actividades laborales, y todo esto inscripto en la cosmogonía de su cultura.

Estamos interesados en una visión holística y sistémica para poder comprender y conocer mejor a las comunidades y poder evitar al máximo, miradas reduccionistas. Poder entender mejor cómo se articulan las diferentes esferas y dimensiones dentro de sus culturas. Además, en todo momento quisimos relevar todas las fuerzas y el potencial de estas comunidades.

¿Qué pudieron observar sobre los hábitos alimentarios que tienen las familias de las comunidades?

El problema más importante que padecen es la falta de acceso al agua segura. Lamentablemente son muchas comunidades las que no tienen acceso al agua segura. Además, lo que se destacó gracias a las entrevistas, es que en general consumen mucha azúcar, mucha sal y muchas grasas y harinas.

Lo que pudimos relevar es que a lo largo de los años, la alimentación de ellos ha ido cambiando porque progresivamente han ido perdiendo algunas costumbres de su cultura.

¿Cuál es la relación que tienen con el monte como proveedor de alimentos?

Originariamente este pueblo de hace aproximadamente 7000 años eran semi-nómades y cazaban y recolectaban frutos. Hoy en día, son sedentarios, cazan mucho menos, ya que por un lado sus tierras lindan con fincas privadas y entonces no pueden ir a ciertos lugares a cazar y por otro lado, la caza está mucho más regulada y prohibida por la ley. Por otra parte, siguen recolectando frutos del monte, pero la alimentación occidental con la introducción de los cereales, el azúcar, la sal y las grasas fué reemplazando de a poco sus hábitos originarios, que eran mucho más saludables para ellos. Hoy muchísimos de ellos padecen lo que se llama las enfermedades de la civilización.

¿Cuál es el  rol que creen que desempeñan las mujeres en cuanto a los hábitos alimentarios de las familias?

El rol de las mujeres en las comunidades es clave ya que en gran medida se ocupan de proveerse de alimentos para cocinar. Pero también, en algunas comunidades cuando entrevistamos a un grupo de varones, surgió que muchos varones también cocinan en sus familias y que también están interesados en mejorar su alimentación.

¿Qué vivencias se llevan de este recorrido?

El primer sentimiento que nos habita luego de esta visita a Los Blancos es la gratitud. La gratitud hacia las comunidades originarias Wichi, por habernos recibido tan bien y con tanta delicadeza y también hacia FUNDAPAZ que nos ha abierto las puertas para esta colaboración.

Se suma la percepción de un pueblo muy resiliente que ha sabido resistir durante años a todas las adversidades que se les han presentado. El pueblo wichí tiene muchas fuerzas sobre las que se apoya para poder hacer frente a sus factores de riesgo. Una de esas fuerzas es su dimensión espiritual y como la cultivan ; la habilidad que tienen como artesanos y artesanas ; su benevolencia y buena voluntad.

También cómo perciben al monte y a la naturaleza. Como escuchan la flora y la fauna del monte y como cuidan los recursos del monte. Ellos han comprendido que son parte íntegra de la naturaleza.

Nos fuimos con François Ledermann, con muchas ganas de seguir comprometidos con la tarea de contribuir en proyectos de desarrollo para las comunidades wichí.

María Soto1

María Soto fue una de las mujeres que este año recibió el Premio WWSF 23

María Soto1

“Me siento muy emocionada porque se ha visto el trabajo de la mujer rural indígena. Hacemos todo con mucho amor porque para nosotras como guaraní el Ka’ aguy , el monte, es vida. También es nuestra farmacia porque de allí extraemos nuestras hierbas medicinales y viven los animales. Estoy muy agradecida a todos. Esto le da mucha fuerza a toda la comunidad”, expresó María Eva Soto, de la comunidad guaraní Tata Oguembay, una de las propietarias de las tierras de Vinalito (ciudad de Libertador San Martín, Jujuy) al enterarse que fue galardonada con el Premio WWSF 2023 a la creatividad de las mujeres en la vida rural.

Se trata de un premio que la WWSF, una organización no gubernamental con sede en Ginebra, Suiza, entrega desde 1994 a mujeres de distintos lugares del mundo, en reconocimiento a su creatividad y esfuerzo por mejorar la calidad de vida de las zonas rurales donde viven.

Esta organización sostiene que las mujeres rurales empoderadas pueden cambiar el mundo y ayudar a hacer realidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados en la agenda 2030 de las Naciones Unidas. Hace unos meses, desde FUNDAPAZ, conjuntamente con ENDEPA, el Servicio Mundial de Iglesias (CWS ALC) y la Secretaria de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena de Jujuy, se habían presentado los avales para postular a María para dicha nominación.

Ella vive en la zona del Ramal Jujeño y desde hace décadas viene luchando junto con otras mujeres, para que a su comunidad se le reconozca la propiedad de la tierra en la zona de Vinalito.  Lideró este reclamo con el apoyo de ENDEPA, hasta que finalmente el Estado reconoció la propiedad de la comunidad de 4.100 hectáreas del territorio. Actualmente sigue trabajando para que los jóvenes tengan acceso a una educación bilingüe e intercultural, continúa protegiendo el monte nativo y participando en obras de acceso al agua segura mediante la construcción de cisternas donde se cosecha agua de lluvia, un recurso indispensable para la vida.

Colabora activamente en numerosos colectivos de mujeres y es considerada una líder espiritual en su comunidad. Sus valores claves son el amor, el respeto y la solidaridad.

Este año, también recibieron el Premio WWSF 2023: Madjalia Seynoy, de Burkina Faso (país de África occidental); Esther Lupafya de Ekwendeni, Malawi (África austral); Mabel Ifeoma Onwuka de Nigeria, y Anne Boucard de Francia.

Cuando menciona su sueño María dice: “Mi sueño es que, juntos con mis hermanas guaraníes, podamos valernos por nosotras mismas y acceder a condiciones de vida dignas en la que haya educación para los jóvenes”.

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