Pisear gente y cabras

Mejorar la actividad caprina, una meta a alcanzar en el norte de Santa Fe

Pequeños productores de la UOCB están trabajando con un proyecto del Ministerio de Agroindustria.

Muchas de las familias campesinas del norte argentino se dedican a la cría de ganado menor (cabras, ovejas o cerdos), por lo general orientada al autoconsumo. Cuando el nivel de producción les permite iniciar un proceso de comercialización, no sólo prospera la economía familiar, sino que mejora la calidad de vida y se fortalece el arraigo al territorio.

Con la mirada puesta en este horizonte, un grupo de 20 pequeños productores miembros de la Unión de Familias Organizadas de Pequeños Productores de la Cuña Boscosa y Bajos Submeridionales de Santa Fe (UOCB) están participando del Proyecto de Inclusión Socio-Económica en Áreas Rurales (PISEAR) del Ministerio de Agroindustria.

Se trata de 10 mujeres y 10 hombres, que viven en el paraje Km 38, El Toba y Fortín Olmos, en el norte de la provincia, que están trabajando en mejorar el manejo de las majadas, en reacondicionar la infraestructura productiva; y haciendo un mejor uso de los recursos del monte para poder elevar la calidad de la producción y las ventas.

Claudia Ñañes, tiene 34 años vive en el paraje Km 38 y es referente de su zona ante la UOCB. Es una de las productoras que está participando en este proyecto. Está entusiasmada porque considera que esta iniciativa va a ser de gran ayuda para mejorar la actividad que realiza con su familia. Al referirse a sus tareas cotidianas cuenta: “Hacemos producción bovina, caprina y avícola. La producción caprina y bovina la desarrollamos en Tres Lagunas a unos 25 km del lugar donde vivo. Es una zona baja donde no hay bosques, los suelos son salitrosos, y el agua es salada. Está cerca del arroyo Golondrina. Allí tenemos 40 caprinos entre chivas madres, un padrillo y algunos cabritos. Lo que obtenemos lo usamos para consumo y rara vez hacemos ventas ya que es muy poco lo que producimos. Antes tuvimos hasta 100 animales pero perdimos muchos con las inundaciones.”

“En esta zona –agrega– la mayoría de las familias tienen sólo un lote de cabras, no se animan a una producción más extensa. Ya sea porque los productores son mayores, o porque están solo porque los hijos se fueron a trabajar o estudiar a otro lugar.”

Al dar más detalles sobre esta iniciativa Juan Ignacio Pighin, técnico de FUNDAPAZ señaló que “este es un proyecto que presentó la UOCB con el fin de impulsar la actividad caprina en la zona y abrir nuevos espacios de comercialización. De este modo, la sala de faena de la organización logrará tener una actividad fluida que permitirá dar respuesta a la demanda de compradores de la ciudad de Santa Fe y Esperanza. Nosotros desde la Fundación acompañamos con la coordinación y el asesoramiento técnico”.

Pisear camión maiz
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En tiempo de pandemia recrudecen los conflictos por el acceso a la tierra

Para las familias rurales campesinas e indígenas tener la titularidad de la tierra que habitan representa también tener derecho a la vida y a imaginar un futuro. En Santiago del Estero, como en otras provincias de nuestro país, muchas de ellas viven en el desasosiego que provoca tener la tenencia precaria de la tierra o vivir conflictos cada vez más violentos con desalojos, que se han incrementado en los últimos tiempos en el marco de la pandemia, y que desconocen sus derechos adquiridos.

En la localidad San José del Boquerón, al norte de la provincia en la zona conocida como Salado Norte por estar al margen del río Salado, las familias viven en y del monte. Se dedican a la extracción de productos forestales, a la cría de cabras y vacas; a la apicultura, y a la realización de artesanías, entre otras actividades. Muchas de ellas acarrear la preocupación de no sentirse seguras en su tierra.

«Hoy los principales problemas para las familias que ancestralmente viven y producen en la zona es la falta de políticas que reconozcan el derecho posesorio que tienen. Siempre hay amenazas de desalojo y en mucho de los casos son desalojos silenciosos que se hacen con la complicidad del poder judicial, político y económico. Desalojos que avasallan sus derechos, especialmente cuando no hay quien represente y asesore a las familias, y cuando la justicia hace oídos sordo a este problema» explica Guido Corvalán, presidente del Mocase Institucional.

Según Corvalán entre un 30 y un 40 por ciento de las familias rurales, indígenas y campesinas de la provincia tiene este problema. «La mayoría de las veces porque esos derechos que contempla el Código Civil y la Constitución Nacional dentro de los procedimientos jurídicos no son tomados en cuenta por los jueces. Las políticas que se aplican no están acorde a esta problemática y eso hace que constantemente las familias estén en una situación crítica», señala.

«No es fácil vivir en el campo desamparado y muchas veces con amenazas de muerte-continúa-, algo que es común escuchar en los territorios donde hoy en día así se manejan los conflictos para adueñarse de la tierra».

reunion Mesa de Tierra Salado norte

Alicia López, secretaria de la Asociación Civil de Pequeños Productores del Noroeste Copo, integrante de la Mesa de Tierra del Salado Norte, cuenta que se viene trabajando con otras organizaciones para encontrar caminos de solución a esta problemática. «Desde que estamos en pandemia, y como no podemos reunirnos entre las organizaciones que están muy dispersas unas de otras, fueron creciendo los conflictos con el avance de las empresas y los terratenientes. El Estado lo sabe pero no se hace nada. Esta es nuestra gran preocupación hoy en la Mesa de Tierra.»

Al dar el ejemplo de un caso dice: «Nuestra organización está integrada por familias campesinas e indígenas de la etnia lule- vilela. Desde hace más de 10 años tenemos un conflicto con la empresa El Romeral SA, en un territorio que está entre la picada Barilari y el Canal de Dios, donde está la comunidad indígena «Sin Fronteras». Son 20.000 ha, en donde viven cerca de 50 familias. Hoy este conflicto está fuerte, por eso estamos viendo con FUNDAPAZ, qué podemos hacer. Hay gente que quiere meter miedo y tiran tiros a orillas del canal; y otros que quieren dividir a la gente. Cuando vamos a la policía no nos quieren tomar la denuncia».

Esta comunidad indígena realizó un relevamiento territorial para conocer la situación de la zona y está trabajando con las familias de los cinco parajes involucrados para tratar de encontrar una solución al problema de la tierra. «Ya tenemos muertos en la defensa del territorio y todo sigue igual. Nada ha mejorado, pero seguimos adelante», sostuvo esperanzada Alicia López.

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