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La Comunidad Wichi Lote 75, de Embarcación festejó sus 50 años

Tener la tierra es para las poblaciones rurales indígenas y campesinas, sentir la libertad para imaginar un futuro.

Hace unas semanas, la Comunidad Wichi Lote 75, de Embarcación, Salta, festejó con gran alegría los 50 años desde que las primeras familias comenzaron a hacer una ocupación permanente del territorio, que hoy poseen con reconocimiento y título de Propiedad Comunitaria.

«La celebración fue un hecho muy importante. Yo nací en la Comunidad y conmemorar nuestros 50 años fue algo muy lindo. Nos volvimos a encontrar con mucha gente, como Valentín Rivero quien fue muy importante en el proceso de regularización de la tierra; también, con miembros de otras comunidades. Todos vivimos una fiesta en la que, además, desfilaron nuestros niños«, -contó entusiasmada Liliana Torres, hija del anciano cacique Manuel Torres.

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De acuerdo con el relato histórico que recuperó Liliana, en 1973 las primeras familias empezaron a vivir en el entonces, lote fiscal. Ya en 1961 el poder Ejecutivo de ese momento había dictaminado la donación a las comunidades, de una parcela de la finca Tres Pozos, posibilitando la ocupación efectiva por parte de sus familias. El proceso continuó, y en 1972 se sancionó la Ley N° 4.517, que declaró el lugar como una reserva indígena de 350 hectáreas. En 1987 se consiguió el título de propiedad para 80 de esas hectáreas y más tarde en 2001, para las 270 hectáreas que faltaban.

En un largo camino de búsqueda y compromiso para el reconocimiento de sus derechos, hoy la comunidad cuenta con una escuela intercultural bilingüe, donde se trabaja para ofrecer una educación de calidad, promoviendo y difundiendo los valores culturales del pueblo wichi que le permite, mantener vigente y continuar con sus tradiciones.

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«Tener el título de las tierras es muy importante. Las familias pueden tener sus casitas y sus huertas. Hoy somos 200 familias que además contamos con un salón comunitario donde realizamos diferentes actividades para niños y jóvenes, y una cancha para hacer deportes. Esto tiene un gran valor. Nos sentimos libres en nuestra tierra y territorio«, destacó Liliana.

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Encuentro de constructores de cisternas para cosechar agua de lluvia

Se realizó en Orán, Salta, con el fin de afianzar aspectos metodológicos y de abordaje en los territorios. Estas obras permiten que las familias accedan a un recurso indispensable para vivir.

La realización de obras para garantizar el acceso al agua en las zonas rurales más aisladas del norte de nuestro país es una de las principales líneas de trabajo de FUNDAPAZ. Sin agua no hay vida, y sin el acceso a este derecho humano básico es casi imposible pensar en un desarrollo rural sustentable en los territorios.

Hace unos 10 años se inició en Salta, en gran parte del Gran Chaco Americano y en otras regiones semiáridas de América Latina, un proceso que replica un modelo de acceso al agua segura para consumo familiar desarrollado en Brasil. Allí, lo llevó adelante la sociedad civil agrupada en la Articulación del Semiárido Brasilero (ASA) y el Estado brasilero.

La réplica de dicho modelo, pudo implementarse luego de intercambios entre las organizaciones campesinas e indígenas desarrollados en los distintos territorios. En esos encuentros, se compartieron conocimientos, experiencias y la metodología de construcción de cisternas para cosechar agua de lluvia.

En nuestro país y en las zonas donde trabajamos, las cisternas están poblando el paisaje del chaco salteño, las obras demandaron la capacitación de hombres y mujeres dentro de las familias y en las organizaciones, quienes fueron conformando equipos de constructores para llevar adelante esta tarea en las diferentes zonas.

En este contexto y en el marco de la Asamblea de la Mesa de Agua del Chaco Salteño, se realizó el 15 y 16 de marzo en Orán, Salta, el Primer Encuentro de Constructores de Cisternas de Cosecha de Agua de Lluvia. El evento buscó reflexionar sobre aspectos metodológicos y técnicos referidos a la construcción de las cisternas, así como también analizar cómo las familias se apropian de la tecnología, cómo se piensa el problema y se resuelve entre todos los actores involucrados. También se analizó un plan para hacer el seguimiento del proceso de consulta previa libre e informada vinculado a la Mesa de Agua del Chaco Salteño.

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Este es un programa de movilización social que garantiza el acceso al agua mediante la cosecha de agua de lluvia. Se trata de una opción válida en especial para la población rural dispersa”, explicó Gabriel Seghezzo, a cargo de la Coordinación Estratégica de Gestión y Relacionamiento Institucional de FUNDAPAZ.

La familia beneficiaria –agregó- tiene que participar en la construcción, ser parte de este proceso que requiere encontrar una solución conjunta a un problema. Por eso, si puede poner un poste lo pone, su puede hacer un pozo lo hace, y también tiene que involucrarse en el cuidado y la calidad del agua”.

Durante el encuentro, algunos constructores y pobladores compartieron algunas dificultades que se presentan. Víctor Arroyo vive en el paraje El Ocultar, en Rivadavia Banda Sur y es de la organización que lleva el mismo nombre “Este año llovió tarde…estuvimos muy mal, la gente sufrió mucho. Hace mucha falta las cisternas.  En mi comunidad el agua del pozo es salada. Cuando no tenemos agua dependemos del camión del municipio que nos traiga agua, pero a veces no llega por las malas condiciones de la ruta”, contó.

En una obra tiene que haber aceptación entre los constructores y las familias beneficiarias, porque si hay desacuerdos las cosas salen mal. También tiene que haber un presupuesto claro”, reflexionó Amadino Landriel, del paraje El Ocultar.

A la hora de compartir experiencias, las mujeres wichí de la comunidad del Lote 75 de Embarcación, Salta, contaron el proceso que las llevó a la construcción de una cisterna para el salón comunitario: «Ahora tenemos una cisterna de 52.000 litros de agua para la producción. Pudimos armar una huerta en la que tenemos mandarinas y limones. También tenemos un espacio para organizar actividades para nuestros hijos. Ya no tenemos que traer agua desde lejos«, dijo entusiasmada Margarita Arias.

Este es sólo uno de los ejemplos de cómo mejora la calidad de vida de las familias cuando pueden tener agua.

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