La aguda crisis alimentaria y sanitaria de Salta, que no es nueva pero que se visibilizó en estas últimas semanas debido a la lamentable muerte de los niños wichí en el norte de la provincia, provocada, entre otras cuestiones, por la falta de agua potable, subraya la urgencia de seguir trabajando para garantizar un derecho humano básico como es el acceso al agua.
En el Chaco salteño, en el departamento Rivadavia, hay más de 2.000 puntos de necesidad de agua relevados por el gobierno provincial. Atenta a esta problemática, en los últimos años FUNDAPAZ viene desarrollando distintas líneas de trabajo que posibilitan el acceso a dicho recurso por parte de comunidades indígenas y familias campesinas.
En 2014 comenzó a impulsar obras de construcción comunitaria de cisternas de 16.000 litros para cosechar agua de lluvia. El acceso al agua dulce mediante procesos de cosecha de lluvia y el almacenamiento posterior en cisternas de placas, es una tecnología que plantea una solución posible a esta emergencia.
De las 1190 obras totales para cosechar agua de lluvia que se hicieron en Santa Fe, Santiago del Estero y Salta, el 48.15% de las cisternas están radicadas en esta última provincia.
“Las cisternas, no son más que aljibes que incluyen una práctica que se desarrolla desde hace miles de años y que se usa en todo el mundo. Como materia prima el agua de lluvia es la mejor agua que existe para garantizar el agua segura porque no tiene contaminación y es la que se utiliza para garantizar el agua potable en todas las zonas y provincias. Este sistema tiene una ventaja que si, se maneja bien asegurando su mantenimiento y cuidado, no tiene contacto con las napas contaminadas, y por eso las posibilidades de contaminarse son menores”, subrayó Gabriel Seghezzo, director Ejecutivo de FUNDAPAZ.
El programa de construcción de cisternas que viene desarrollando FUNDAPAZ junto a otras instituciones, entidades de gobierno provincial y nacional, incluye instancias de capacitación en la construcción, uso y mantenimiento de las cisternas; es decir la apropiación de la tecnología para cada una de las familias beneficiarias. La metodología propuesta es “aprender haciendo” y está pensada especialmente para comunidades campesinas y pueblos originarios.
En este escenario, una vez más desde FUNDAPAZ planteamos la necesidad de seguir haciendo esfuerzos para garantizar el acceso al agua segura, porque sin agua no hay vida.