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Se lanza el programa de formación en agricultura resiliente al clima para zonas semiáridas

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Foto: Diana Segado/Daki Semiárido Vivo

El  1° Programa de Formación en Agricultura Resiliente al Clima, una acción del proyecto DAKI Semiárido Vivo orientada a fortalecer a agricultoras y agricultores, jóvenes, pueblos originarios y comunidades tradicionales en la agricultura resiliente al clima, de las regiones semiáridas de la Argentina, Brasil, El Salvador, Paraguay, Nicaragua, Guatemala y Honduras, se pondrá en marcha el próximo 9 de marzo.

 Más de 1.300 inscriptos iniciarán esta formación mediante intercambios virtuales y experiencias prácticas, que ampliarán sus conocimientos en el ámbito metodológico, tecnológico y organizativo para poder producir alimentos en zonas con déficit hídrico.

La capacitación se divide en dos etapas. La primera, un curso con cuatro módulos. Cada módulo durará tres semanas y tiene un tiempo intermodal, comunitario en el que los participantes harán trabajos prácticos de forma colectiva dentro de sus comunidades y territorios. La segunda, que comienza en agosto, consistirá en la construcción y puesta en marcha de un plan de acción sobre agricultura resiliente al clima.

Para que el Programa pueda llegar a cada zona se diseñó un esquema de Centros de Conectividad donde los participantes recibirán los contenidos en clases virtuales, y podrán tener acceso a todo el material didáctico y recursos multimedia exclusivos. Todo el proceso de formación virtual estará montado en el Programa de Capacitación a Distancia (PROCADIS) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), a través de un convenio institucional internacional para el involucramiento pleno del INTA en todo el desarrollo del programa. Además, su construcción cuenta con los aportes de una diversidad de actores sociales como universidades, instituciones de investigación y organizaciones de la sociedad civil.

Una de las inscriptas en Argentina, Micaela, dijo al referirse a sus expectativas: «Quiero intercambiar experiencias entre jóvenes. Nosotros vivimos en una zona de secano, y por ejemplo conocer la experiencia de Brasil en la construcción de cisternas tuvo impacto en nuestra zona donde ya casi se construyeron 100 cisternas para juntar agua. Por eso espero que esto llegue a muchos jóvenes, que sea muy productivo y que aprovechemos la oportunidad».

Norma Ramírez, agricultora familiar del municipio de Berlín, en El Salvador, agregó: «Me gustaría que nos dieran formación sobre agricultura ecológica para tener más conocimientos. Y también cómo asegurarse de que no falte agua para nuestros cultivos». Berlín es uno de los municipios de El Salvador que se encuentra dentro del Corredor Seco, un territorio de clima subhúmedo que atraviesa cinco países centroamericanos.

 

Sobre DAKI

El PROYECTO DAKI se inició como una iniciativa de la Plataforma Semiáridos de América Latina (PSA) y la Articulación Semiárida Brasileña (ASA), pero hoy es una iniciativa independiente gracias al apoyo del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). En Argentina, la organización que lo coordina es FUNDAPAZ.

Su misión reconoce que hoy es fundamental y urgente, ampliar la comprensión de los procesos, métodos y tecnologías que aumentan la resiliencia de las comunidades  desarrollar la capacidad de replicar las experiencias de agricultura resistente al clima en otros entornos y escalas.

 

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Criollos e indígenas, en sus tierras

Debate

Criollos e indígenas, en sus tierras

Carlos Reboratti

Carlos Reboratti

Carlos Reboratti

Uno de los grandes problemas de nuestro país es la existencia de grandes fragmentos de tierra cuya propiedad es sujeto de disputas y controversias, y dentro de ellas las más complejas son las que se producen en tierras fiscales, en su mayoría ubicadas en áreas de ambiente difícil y social y económicamente marginadas del proceso de desarrollo. Dentro de este panorama, un hecho aparece como singular: este 26 de mayo, el gobierno de la provincia de Salta realizó una ceremonia en la comunidad de La Merced, a pocos kilómetros de Santa Victoria Este, donde se entregaron escrituras de tierra a productores ganaderos criollos del chaco salteño.

Esta pequeña noticia esconde algo de gran importancia: la culminación de uno de los más grandes procesos en el país de regularización de tierra fiscal a favor de comunidades indígenas y criollas: 643.000 hectáreas de los llamados lotes 55 y 14 del Departamento Rivadavia de esa provincia, una superficie 20 veces más grande que la ciudad de Buenos Aires donde viven 9.000 indígenas en más de 72 comunidades y 5.000 criollos.

El problema comenzó en los primeros años del siglo XX, cuando un grupo de ganaderos salteños ocupó las tierras hasta el momento habitadas por varias etnias aborígenes, la mayor de las cuales era la Wichi pero también Chorote, Tapieté, Chulupí y Toba. Los criollos ganaderos llegaban atraídos por la existencia de enormes pastizales, hoy prácticamente desaparecidos, reemplazados por un bosque empobrecido. Durante más de cien años, criollos e indígenas convivieron en una incómoda vecindad, mientras que nadie parecía interesado en regularizar una situación que se tornaba cada vez más difícil y donde ambos grupos competían en un proceso de degradación del bosque original.

La Constitución de 1994, al darle derechos formales sobre la tierra a los grupos indígenas, hizo revivir el conflicto latente que desembocó en 1998 en una denuncia de Lhaka Honhat, una asociación que nuclea a las comunidades, ante la Comisión Interamericana de Derecho Humanos, acompañada por Asociana y patrocinada por el CELS, proceso que continúa aún sin resolución. Poco después se unieron a los reclamos por la tierra otras ONG, entre ellas Fundapaz, que entendieron que el proceso de negociación, para que no terminara en una solución de “suma cero”, debía incluir tanto a indígenas como a criollos, y que la llave para el fin del conflicto estaba en que ambos grupos entablaran un diálogo, cosa que hasta el momento no se había producido y también que ambos adquirieran conciencia del territorio que habitaban. Jugó allí un papel fundamental la construcción conjunta de un mapa, producto de miles de puntos georeferenciados en el territorio donde se ubicaron cada uno de los grupos indígenas y cada una de las familias criollas con sus respectivas áreas de uso, ubicación de puestos, caminos y aguadas.

Del diálogo surgió la propuesta de dividir el extenso territorio en dos partes, una que se otorgaría en forma de propiedad comunitaria a los indígenas, mientras que la otra se daría en propiedad individual a las familias criollas, usando como criterios básicos la acreditación de sus derechos históricos, los lugares de uso tradicional, la cantidad de ganado y el accesos a los ríos. Por su parte la provincia de Salta, participante necesaria del diálogo, fue validando el proceso a través de diversos instrumentos legales como decretos de pre adjudicación, acreditación formal de derechos y reconocimiento de comunidades, a la vez que creaba una Unidad Ejecutora Provincial en el lugar. Con financiamiento de la Nación, la Provincia también se encarga de la mensura de las tierras, de los costos que significan algunas relocalizaciones de familias criollas fruto de los acuerdos y de obras de infraestructura básica como agua, caminos y escuelas, hasta la formalización de la entrega de las tierras, como lo demuestra la ceremonia de entrega de títulos.

Ante autoridades provinciales, nacionales, organizaciones indígenas y criollas del lugar se entregaron las primeras 42 escrituras finales por una superficie de unas 25.000 has. Un buen comienzo para un proceso que culminará en poco tiempo más con la entrega de la totalidad de estas tierras, donde indígenas y criollos podrán convivir en armonía. Este hecho está indicando que en el país los conflictos pueden solucionarse con el diálogo, siempre y cuando los participantes tengan la voluntad de hacerlo y la sociedad toda genere las condiciones para que dicho diálogo llegue a buen término.

Carlos Reboratti es geógrafo (UBA), Investigador del Conicet y presidente de Fundapaz

https://www.clarin.com/opinion/criollos-indigenas-tierras_0_BJbwFz0bZ.html